viernes, 3 de octubre de 2025

Novelarse 5

 


En aquella infancia vecinos y vecinas se juntaban celebrando.

Un quemadillo. Un vino con frutos.

Invierno.

Nieve y frío.

En Huesca, otoño ya era muy frío.

Después de habituarme al tiempo de Barcelona, el frío en Huesca me atravesaba.

De niña, las sábanas estaban heladas.

Guantes y leotardos, porque era obligado ir con falda.

Bufanda y gorro de lana.

Mamá calcetaba, hacía punto con dos agujas largas, para todos.

A mí me ha venido el hacerlo desde que estoy en Vigo.

Mi preferencia era usar ganchillo.

Me enseñó muchas habilidades que hoy día me son útiles.

Ella mantenía la suciedad y el polvo a raya. Yo no le dedico tanta atención. Limpio algo. Reservo mi energía.

Recuerdo a mi tío preparando ese vino con higos secos y otros elementos.

El primer día del año, solíamos ir a pasarlo con la abuela y mis tíos.

Era una costumbre. No había medio de comunicarse. Entonces sabían que ese día llegaríamos para hacer una comida en esas fechas.

En Todos Los Santos, también. 

Aquellos rituales vividos en familia ya no marcan mi vida.

Para mí no son deseables.

Miraré en el fondo de esos recuerdos, pero sin ellos nada me motiva.

Sobre aquel vino una llama azulada iba consumiendo el alcohol.

Era una bebida caliente y dulce.

Puedo reconstruir con quizás pasas, nueces y almendras, y peladuras de naranja y limón.

El vino era de casa. De la uva de la viña.

En la casa de la abuela había habido cuba. Allí se pisaba la uva. Una bodega no muy grande. Lo producido era para propio consumo anual.

Las viñas en los dos pueblos, el de mamá y el de papá son recuerdo desdibujado. Debía ser muy pequeña, porque sé que lo viví, pero para reconstruir me cuesta más.


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