viernes, 28 de noviembre de 2025

Novelarse 28

 28 de noviembre 2023

Sin dormir. Mucosidad. Constipado. Difícil conciliar un sueño reparador. Estoy cargada. Anteayer cogí frío. Estas son las consecuencias.

Pienso en mis padres. Papá, con 62 se jubiló. En el verano, de sudar, cogió una neumonía. Empezó a conocer aspectos del tiempo libre que nunca antes había saboreado.

Atender a sus vacas no le daba día libre. En la hospitalización las atendió mi hermano. Yo no estaba en España. Aquel verano lo pasé en Rouan. Mi hermano llamó por teléfono cuando estaba mejorando, casi no lo cuentan.

No sé cuál fue el proceso. Imagino que buscaron salidas y fue posible esa opción.

Al principio, papá andaba desorientado. Poco a poco fue ordenando su vida. Se apuntó en una agrupación folclórica de jota, para cantar. Entró en la sociedad de pescadores. Uno de sus entretenimientos en horas libres del día, si podía, era salir a pescar. Muchas veces con mi hermano.

Vendieron las vacas. Mi hermano no quiso seguir con ello. Él se encaminó a la música.

En casa, papá colaboró cuidándose de regar las plantas y haciendo muchas de las compras.

Él tenía la costumbre de leer el diario. Lo recibía en casa, pero pasó a leer el habitual y otros en un centro frecuentado por jubilados.

Disfrutaron los dos de los viajes del inserso. A mí no me ha dado por ahí.

Hicieron nuevas amistades.

Decidieron hacer algunas actividades por separado. Mamá se reunía con amigas a jugar a la perejila. Solían hacerlo en cafetería. Papá iba al centro de jubilados a jugar al guiñote. Eso por las tardes.

Hubo un primer periodo que disfrutaron.

También, en verano, permanecían en la casa que habían habilitado en Fañanás, el pueblo de papá.

Hubo algunos percances de salud que fueron sorteando, pero el más grave, que marcó un antes y un después, fue una caída de mamá, enredada con la sábana, en junio. Al principio pareció no ser tan grave, pero progresivamente la incapacitó bastante. Tuve que atenderlos en el verano. Ella no podía hacer las tareas que solía. Las hacíamos nosotros, pero yo debía reincorporarme en septiembre.

Nos reunimos mi hermano, mis padres y yo con una asistenta social y ésta valoró que debían seguir en su vivienda y dadas las circunstancias recibir ayuda a domicilio. Empezaron con una prestación que acabó siendo diaria. También buscaron a una persona, A, que nos recomendó L, una vecina, para que hiciera tareas de después de comer. La del ayuntamiento acabó haciendo dos horas por las mañanas. 

Mamá fue retomando muchas de sus funciones, conforme mejoró, pero no se recuperó del todo. 

El 2000 fue un mal año. Papá pasó por quirófano en las fechas de Semana Santa. El post operatorio fue duro, casi una gangrena. Era en sus testículos.

Posteriormente sufrió una crisis de ansiedad. Ajustaron una medicación que la alivió, pero nada volvería a ser como antes.

Mamá con un infarto el año siguiente. Al poco tiempo un ictus. Medicación. Declive.

El remate final, cuando tras una caída levantándose del sillón, tras la hospitalización, andador y silla de ruedas para poder salir a la calle. Hasta ese momento le iba bien un bastón.

Tuvo que aceptar una persona en casa. C, la aceptó a regañadientes.

Para que C librara el fin de semana, cada quince días estuve yendo a Huesca, y los festivos y vacaciones también. Entre mi hermano y yo lo fuimos sorteando.

Entre una y otra, papá pasó por un tema de vejiga, con quimio. En esa estuve cogiendo un bus los viernes por la tarde y regresando el domingo, en uno que salía a las cuatro. Quería acompañarlos.


Tantos trabajos. Tantos afanes. Tantos. El fin la nada.  Ellos en mi memoria. Recuerdos hilvanes.


Era muy chica cuando la monja nos tenía enhebrando una aguja. Era el primer paso. Debíamos hacer aquello asignado a futuribles.

No he sido madre. He dudado algunas veces, pero fue inevitable tras la histerectomía en julio del 92. En la Quirón. Allí cumplí años.

Empezaba nuestra relación. Antes de entrar a clínica tuve que hacer un depósito. Había cajero allí mismo. Cuando debía volver a casa, me hicieron esperar para poderlo recuperar. El trato en interior fue de lo mejor, pero esa salida fue amarga.

En ese momento, mi hermano vino a buscarnos, papá y mamá estaban conmigo. Nos fuimos a Huesca, pasados unos días.

Volví a revisión a final de agosto. No lo recuerdo con exactitud. Me reincorporé a primeros de septiembre. No cogí baja. Lo pasé en periodo vacacional.

A finales de julio fui a Benabarre. S me recogió en Lérida, a donde llegué con bus desde Huesca. Ella con su grupo de poesía participaban en un encuentro en una residencia de la tercera edad.

Con mi hermano hicimos un viaje, desde Huesca hasta Vigo. Por la costa.

El 10 de agosto estábamos de vuelta.

En la clínica, cuando me acompañaba, me habló de su enamoramiento. Me alegré por él.

lunes, 24 de noviembre de 2025

Novelarse 27

 Yo quería ser tú.

Imaginaba que en ti sería distinto.

Que llevar pantalones, que a mí prohibían, me ofrecería lo que no tenía.

Quería tu fuerza.

Tu lugar en el mundo.

Después fue peor. La naturaleza me reservó la regla, eufemismo de menstruación.

Ocultar sangrados. Lavar esos paños fuera de los ojos testigo de padre y hermano. Ponerlos a secar fuera de otras miradas. Callar. Aceptar.

Me metí dentro. Mi gesto fue haciendo su cerco en el entrecejo.

Llegó la sonrisa. Palabras bonitas. Miradas obscenas. 

Querer esconderse dentro y caminar con destino cierto. De casa al colegio. Los miedos. La desconfianza. Dejando tiradas pieles de libertad.

Te van haciendo.

Un día despiertas. Pasaron años y no puedes cambiar. Esa fuiste y ahora eres.

El cuerpo se duele. Se va rompiendo y a deshora lo vas componiendo.

Miras a lo que dejaste y lo oscuro de a dónde vas.

sábado, 22 de noviembre de 2025

Novelarse 26

 Es cierto, yo fui.

No me recuerdo en ese antes, pero me sé.

Aquella niña de ojos grandes y oscuros que miraba el mundo con admiración, confiada y alegre. La que sin saber poner los pies en el suelo y mantenerse o caminar, bailoteaba al compás de esa música radiofónica en una casa en ciudad, fuera de sus calles y aceras. Con una fachada cochambre que en un futuro se iba a reformar. Con balcón en el dormitorio principal, donde su cuna habitaba hasta compartir la segunda cama con el hermano año y medio por delante. 

Es posible que ese antes y después se marque con exactitud el día que entró la niña en ese edificio de olores de serrín, para enfrentarse a actitudes que le fueron marcando por dónde no ir.

También ese lastre se puede marcar en el día que se dividió la estancia de su soñar y al hermano lo llevaron a la otra mitad. Quedando sola en una cama que sería suya hasta los dieciséis.

Allí, desde los cinco, tuvo sus miedos y decepciones. Sus muebles oscuros y viejos de madera, quizá de roble.

La ropa colgada quedaba en la habitación de los padres. Un armario con una puerta de espejo. Una cortina y una barra alargando su espacio en pared.

Encima de la cabecera un crucifijo. Cruz de madera y crucificado clavado de metal. Elemento que se mantuvo en ese y el siguiente lugar, cuando por fin cambiaron al piso con calefacción y baño completo.

Para ese fin, en la casa nunca hubo una ducha o bañera. Lavarse por partes en la cocina, fuera de las miradas de hermano y padre. Con discreción para no molestar. 

Allí el mensaje de que la desnudez se debía tapar a ojos de hombres, incluso los que decían amar.

Entre mujeres no habría peligros. Después vendría disimular formas y cuestionarlas, como si dependieran de tu voluntad.

jueves, 20 de noviembre de 2025

Novelarse 25

 Nunca diré no tengo madre o no tengo padre. No los tengo a mi alcance, pero para ser debo tenerlos en mí.

Hay retenciones de la memoria que vuelven.

La mañana del día en que papá ya no estaría para que le llevara el diario. Ese día el diario llevaba su esquela.

Temprano, antes de ir al tanatorio en la previa al sepelio y entierro buscando unos zapatos adecuados para ese fin. Primero a recoger una carta certificada dirigida a él. A correos. Después buscar ese calzado. Al fin en la alpargatería del barrio. Negros y cerrados por delante.

Debí tirarlos al contenedor de Cáritas porque no volví a calzarlos más.


Novelarse 24

 Un dos un cero y yo con veintiuno 

Mayoría de edad.

Para mí cambiaron las cosas.

Estudiaba. Hacía prácticas con un grupo de parvulario. Los cinco años. Absorbía las historias de vida que me contaba la maestra que me tenía en prácticas.

A ella le habían desplazado, porque cerraron la escuela rural en su pueblo. Allí impartía su docencia.

Tenía esa habilidad que dan los años de experiencia.

Manejaba a la perfección la diversidad en su grupo. Impartía clase en unas prefabricadas, que creo nunca dejaron de serlo.

Aquel día señalado. Hace cincuenta años. El director venía del centro escolar y nosotras íbamos. No recuerdo quienes. Nos dijo que no había escuela que aquel que gobernaba había muerto.

Entonces no sentí nada, pero lo recuerdo.

Estrenaría un cambio el curso siguiente, porque empezaría a ser yo quien estuviera ante mis alumnos.

En este tiempo la vida ha dado un giro y quienes no lo vivieron se creen lo que les están diciendo.

El fracaso es nuestro. Creímos y perdimos.

Nos estafaron aquellos en quienes depositamos la confianza.

Otros cayeron bajo sus cantos de sirena y les dieron todo. Su esperanza se disolvió como sal en el agua.

No nombraré la bestia.

Ya no dejo nada por hacer. Mi ahora puede permanecer o caer.

El futuro no me pertenece.

Hice lo que pude.

Quien hace lo que puede no está obligado a más.

Por mucho que se crea que volver atrás es el camino. Esos tiempos no se repetirán. Estamos en un contexto distinto. Un sistema depredador que no se sacia y se encamina a su propia extinción. 


miércoles, 19 de noviembre de 2025

Novelarse 23

 Aquel día 

Aquel día, la vecina me metió en su casa.

Temieron lo peor.

Mi padre hubiera hecho algo irreparable.


El tiempo y la vida me ha llevado a pensar que quizá él era bipolar.


Cuando regresaba a casa, a la hora de comer, advertí que no llevaba el gorro de lana que me había tejido mi madre. Tengo la imagen de esa prenda, aún tras tantos años.


Volví por él. Estaba oculto bajo hojas en el parque, en la zona en que habíamos estado jugando. Por lo visto me lo habían escondido. Eran niñas que no me apreciaron nunca.


La reacción de mi padre fue consecuencia de la angustia que le supuso pensar que algo me había pasado.

Siempre temía lo peor.

Me pegó muchas veces como correctivo, pero ese día su furor hubiera hecho algo de lo que se hubiera arrepentido.

Pasada la tormenta, pude dar explicaciones.

Hoy he revivido esa escena de mi infancia.


Mis padres no están ya. Sus miedos me protegieron. Logre pasar por esa infancia y juventud bajo su manto.

Mi madre era severa. No me pegaba, me castigaba.


En su vejez, estuve cerca de ellos, y comprendí muchas cosas.

Me querían.

Venían de un modelo educacional muy distinto al que en estos tiempos se pregona.

(2 de diciembre del 2021)

domingo, 9 de noviembre de 2025

Novelarse 22

 9 de noviembre del 2025

Una hoja, pantalla, en blanco. Un impulso vacío. Un momento mío. Leer pausado.

Domingo.

Lucana. Recordando.

Del blog exclusivo de memoria actualicé la tercera entrada.


https://escondidoenmimemoria2.blogspot.com/2025/11/memoria-3.html