Mi tío M se quejaba.
No le entendían. Opinaban que a él se lo habían dado todo hecho.
Los que se fueron empezaron de cero.
Se buscaron la vida.
Con esfuerzos y trabajos.
Hicieron por sí y para sí.
A ellos, mis tíos, la casa y las tierras. Con los padres.
Eran malos tiempos para el campo. Tocó levantarlo y afianzar lo que había.
Cuando la vida les negó hijos, eran ellos y los ancianos padres.
Los parientes iban a pasar vacaciones.
Para ellos los duros inviernos.
El que se fue a Francia, volvió creyendo que allí tenía parte.
No se entendieron, pero como fue el último hizo y deshizo.
Tampoco tuvo descendencia. Así que lo que dejó de propio y de la casa familiar pasó a la mayor de las sobrinas, mi prima, que fue la que estuvo por él en sus últimos días.
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