sábado, 25 de febrero de 2012

Nada permanece

Date cuenta que la muerte rondaba tu puerta.
Buscaste un título desde la voz de tu personaje.
CABE ESPERAR
Ahora te asignas esa espera.
Los vivos que tuviste, son los muertos que tienes y tendrás.
Eso, hasta que tú seas uno de ellos.
Entonces, dejaras de ser para pasar a ser parte del todo y la nada.
Al principio y fin.
Tu mente argumenta tantas posibilidades, que escribes unas mientras piensas otras.
Son rastros que desdibuja la vida.
Van pasando las agujas del reloj, cada ciclo, por el mismo sitio.
Tú no.
Todo se desvanece.
Piensas y estás en sitios distintos.
La mente no puede alcanzar el presente. Éste se le va de las manos.
Dejas huellas en pantalla para poder mirarte en ella, como Narciso en las aguas claras.
No por vanidad, sino por sentirte palpable y real.
Todo se cubre de irrealidad.
¿Dónde queda tu yoidad?
Eres espectadora de tus actos y deseos ocultos.
Lo banal cubre la mayor parte de tu existencia.
Te toca subsistir y sobrevivir mientras puedas.
Ocurren cosas en ese entorno al que perteneces.
En lo próximo y lo global.
Pasarás como esas nubes que nunca más se volverán a formar.
Nada permanece.
Estás mientras construyes esos castillos en el aire.
Unos idealizados y brillantes.
Otros desmañados y sombríos.
Escribes porque has encontrado en ello la válvula de escape a esos pensamientos que no consigues rememorar.
Soñaste con lluvias.
La sequía asola las calles y ocluye el aire que se respira.
Esos fríos pasaron. No sabes si de largo, o si vendrán otros más crudos que aguantar.
La lumbre que calentaba en la casa, hace tiempo que dejo de quemar.
Sólo la puedes evocar.
El hogar.
Tendrás que atizar ese fuego para que siga vivo.
Se añorará el tiempo con ella vivido, pero tienes que seguir dándole a la vida sentido.
Por ti y por todos aquellos que a tu lado están.

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