Qué expuestos estamos al halago.
Aunque no lo pareciera, la indiferencia es más sana.
No te condiciona.
Una vez la miras de frente y la haces aliada, caminas del brazo con ella, como si se tratara de una entrañable amiga.
Ella no te fuerza.
No pone espejos para embellecerte.
No mira la arruga o el despeine.
Con ella te sabes.
Nada lo vale.
Nunca tendrás bastante, si el premio te anima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario