domingo, 20 de mayo de 2012

La rabia


Me apago sin la letra mía.
No tengo voz que ampare mi destino sin ella.
Me pierdo en el vacío de lo efímero e intangible del tiempo.

Siento que la nada se aleja, si tomo en mi mano la palabra.

¿Será ella el paraíso?
¡Será!

Adherida en los intersticios de la carne que me martiriza, cobra vida y forma en volutas de aire.

Me busco en ella.

Quiero encontrarme.

Hubiera negado el destino cerrando definitivamente el camino.

No ha sido así.
Es mucho lo por ver y vivir, aunque tendamos a la negación y nulidad del fin al que nos vemos predispuestos.

Se va yendo y yo observo ese traspaso.

Me observo en él.

Pierdo el sentido de lo terreno y quedo en paréntesis.
En un desdoblamiento que mi cuerpo lacera.

Psique me puede.

Veo pasar accidentes de vida que no quedaran.

A veces la rabia se enquista y hiere.

El grito animal me sale de dentro.
Quisiera saltar al vacío y quedar espectrada en sustancia disuelta en confusa materia difusa.
No puedo.
Tengo terminales neuronales que quieren volar en paisajes todavía por crear.

La rabia anida y sangra.
La dejo y marcho buscando fuentes de aguas claras a las que mirar.
No todo es tiniebla.
Deshaciendo los nudos de lo no tuyo, no consigues tirar del cabo de vela que quieres abrir ante un horizonte de posibilidad.

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