domingo, 25 de marzo de 2012

El verano prometía

Miro la fotografía que colgué en mi blog, y siento el escalofrío y angosto nudo en el estómago.
En ella, mamá estaba maravillosa.
El verano prometía.
La había encontrado muy segura de sí y animada.
Ella, como yo, renacía con la tierra.
El invierno siempre era su dificultad.
La tenía encerrada en casa.
No podía moverse mucho rato y debía sentarse en algún banco.
Con el frío eso era imposible.
Pasaba largos días encerrada en casa.
Paseando por ella y por la galería.
Cuando estábamos juntas, se animaba.
Ese día jugó con el abanico.
Suerte que le hice fotos, porque nunca más volvió a sentir ese alborozo.

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Tirando del hilo se hace el ovillo.
En una madeja, para tricotar, se debe ovillar.
Lo que se hace en estos entornos es similar.
Poner orden a madejas de distinto calado.
Según me es dado.
Poesía.
Información.
Opinión.
Arte.
Emoción.

Todo ello crea un basto tapiz en que las piezas llevan a movilizar el pensamiento creativo.

Una palabra.
Un verso.
Una imagen.
Un lienzo.

Compartir.
Sentir.
Vivir.

¿Quién dijo que virtual no es real?

¿Es acaso mi latir sombra de un no existir?

Amistad.
Compañerismo.
Complicidad.

Por aquí la compañía es real.

A distinto grado y nivel.

No es lo mismo encontrar imágenes de Yago, nuestro peque, que las de uno anónimo
Pero la empatía anuda el sentido de lo apercibido.

Una risa contagiosa.
Una lágrima escondida.
Un gesto.

Todo ello me trae y me lleva, entre toque de ratón y pálpito de teclado.

Aquí vengo y dejo retazos de emoción y sentimiento.

sábado, 24 de marzo de 2012

Es de desear

Mamá lavó los pañales que me puso.
A ella le pusimos los de usar y tirar.
No aceptaba no controlar.
Esa fue una de las razones que le llevaron a caer tantas veces. Quería llegar a tiempo y mantenerlo seco.
En muchos momentos conseguía su objetivo y eso le hacía exclamar, que no necesitaba a nadie, que ella se valía.
No quería que le vistieran o desvistieran.
Sólo a mí me lo permitía.
Cuando en el hospital se vio incapaz de valerse, se desmoralizó tanto que cambió su actitud.
No sentí esa frustración.
La animé a superarlo y recobrarse.
Ella sabía que no lo conseguiría. Que había llegado a puerto.
Yo, hasta el último momento, confié.
Ella no.
Se despidió.
Lo acepté.
Mis sueños, hoy, me han colocado en la situación que no se da, en ese tiempo en que nuestros enfermos no se valen y se alarga todo.
A su hermano, mi tío Manolo, lo tuvimos casi dos años cruzado en la cama.
A veces, resbalaban silenciosas lágrimas por su cara.
¿De qué sirve tanto medicamento y atención hospitalaria, ni no se salva lo que se quiere salvar?
Cerrar el ciclo sin mucho tiempo en la espera, es de desear.

miércoles, 21 de marzo de 2012

No cuentas


Hay un temor ancestral, que nos hace mirar en otra dirección.
Es la sensación de que si miramos nos pase algo similar.
La empatía que nos debería movilizar para arrimar el hombro, se oculta bajo capa de supervivencia huidiza.
No te salvas solo, lo harás si unes tus manos a las de los demás.

Hay un refrán que equivocamos.
"Quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija."
La sombra del amo no te cobija, te sacrifica.

Votaste a los amos, pensando que sacarían a flote este barco.
¡Iluso!
No sabes que nunca saciará su deseo de poder, dominio y riqueza.
¿Cómo pudiste no ver lo que escondían las sonrisas de farsarios y farsarias que hoy te sacan de casa?
¿No tenías memoria?
¿No la tienes?

No hace tanto.

Sorprendente que en doscientos años, no hayamos sacado de sus tronos a los poderes caciquiles de esta tierra.

¿Para qué derramaron su sangre nuestros abuelos y abuelas?

¿Acaso pensaste que te darían parte?

Sobras, si no rindes.

No cuentas.

lunes, 19 de marzo de 2012

Este día del padre




Este día del padre no ha estado ella.
He regresado con la sensación de que tú quieres irte a su lado.
No tengo ánimos para darte argumentos, ni retenerte si es así.
Esperaba que estuvieras un lago periodo, pero ahora dudo que sea así.
Veo en ti, que quisieras tenerme a tu lado, pero que no por ello vendrías conmigo.
En la casa te quedas a la espera de tu marcha.
No quisieras hacer ese viaje desde otro sitio.
Tendré que regresar a menudo para que me tengas cerca y podamos mirarnos y tocarnos, cosa que con ella nunca será posible.
Me dijiste que sueñas con ella.
Que te pregunta cómo éstas y te dice que está bien.
Es posible que esos sueños te acompañen.
Temí sentir el desgarro de su no presencia, pero he visto que estoy en otro nivel del proceso.
He marchado con el hasta pronto.
Te has conformado pensando que pasará rápido.
Estás bien atendido y acompañado.
Los días son más largos y paseas con esa mujer que encontramos para ti, y a la que importas como persona en la medida de lo deseable.
Hemos estado juntos.
Eso me queda.
Tu sordera me impide mucho intercambio por teléfono.
Nos manejamos mejor cuando estamos cerca.
Hemos mirado las fotografías familiares.
He buscado mis rasgos en mi madre.
Hay mucho de ella en mí.
Antes no se veía, pero esas imágenes son testigo.
No la recordaba. La veía siempre permanente, pero no fue así.
Cambió mucho, y a mi me pasa lo mismo.
Desde mi espejo no noto esos cambios, pero están allí.
Las muchas fotografías que conservamos lo testifican.

jueves, 15 de marzo de 2012

ARRANQUE



¿Encargaste la luna para mí?

He patit.

Yo te dije amiga.
Hermana.

Mi compañera de vida.

(Hubo de llegar) Tuvo que venir la noche, para recordar aquel día.

Rincones del alma perdí.

Fue a ti.
Tú me viniste a decir, que no llorara la vida que contigo aprendí.

¡Fracasé!
No perdí.
Me volví a construir.

Vienes a verme.
Intuí.
Nada perdí.
Aprendí.

Ya no soy esa.
No pretendas que me asome por el agujero que salí.

El tiempo no pasó en vano.
Me reconstruí.

¡Qué alegría volver a verte!
Qué amplitud al corazón.
Abrazarme en el pasado, del que tú y yo hemos saltado.

Ésta es la posibilidad.

Un pasado al que no asististe.
Un pasado del que no viniste.
Un sendero que, por transitado, dejaste de lado porque no era para tu (pie) paso (calzado).

Era otro el que te había tocado.

martes, 13 de marzo de 2012

Me queda volver a casa

Hacía tanto tiempo que no usaba la bañera, que ni lo recuerdo.
Era madrugada de este día que no he empezado, porque no he acabado el otro.
Había dejado de usarla porque se decía que con la ducha se consume menos agua, pero hoy era necesario hundir mi cuerpo y liberarlo de amarras.

He vuelto a la cama, pero no había forma de coger el sueño.

A las cinco he tomado mi café con leche y galletas.
Tras dos días de dieta astringente, me la he jugado.
Hay que experimentar y escuchar el cuerpo.
Uno de mis médicos, homeopata, me dijo una vez que no se debe temer a las reacciones del cuerpo, porque éste se purifica siempre que puede.

El tuyo ya no pudo.

Sudabas.

Papá, antes de marchar lo advirtió.

Yo no me había dado cuenta.

Estaba fundida a ti, cogida de tu mano inerte.

Él siempre pendiente de ti. Y tú de él.
No vivíais uno por otro.

Ahora está relajado.
Te añora tanto...
Hemos hecho piña para sustentarle y evitar que caiga en ese abismo que atisbo.

Crédula de mí, pensé que esa reacción te sanaba. Que ese estado de latencia era necesario para que tu cuerpo recobrara energías necesarias para hacer frente a los pasos siguientes.

¡Ya no!

Suerte que en el Hospital del Sagrado Corazón de Jesús, tu mayor devoción, el trato es de lo más humano. Nada que ver con el que habíamos dejado atrás.

Tu final fue pausado.

El día de tu sueño, cuando regresaste, con movimientos discordes y gestos de desagrado, en silencio, me respondías con movimientos de la mano, indicando que venías de arriba.

Ese tipo de señales se repitieron esos días.

No los tomábamos en serio.

Pensamos que formaban parte de tus creencias y que por ello los reproducías.

Ese día, vino a mí, durmiendo o no, la imagen de mi abuela, tu madre, que estaba en camino.

Ella iba a tu encuentro.

Papá ha tenido visitas.

Al principio creíamos que eran sueños.

Me queda volver a casa.

Nada es casual

Hoy/ayer ne corté las uñas, de los pies y de las manos.
Un acto tan insignificante y cuanto alcance.
El 1 de febrero, a los pies de tu último lecho, había cortado las de las manos, para evitar dañarte. ¡Madre!
Cada vez que haga lo mismo, vendrá la impronta congelada en mi memoria.
Una cortina amarillo pastel que me dijeron dejara descorrida porque querían observar a tu vecina, supuestamente en las últimas.
¡Qué ironía!
En esas estabas tú, y ninguno de nosotros lo queríamos tener en presente.
Siempre demasiado pronto para tu adiós.
Cuando papá marchó, tras pasar la tarde contigo, me asomé para verle partir.
Tú me llamaste.
-¡Anamari, vamos a casa!
Tu gesto no lo acompañó tu cuerpo.
Repetías.
-Tu padre y yo nos hemos querido mucho, mucho. Mucho, mucho,...
Te escuché.
-¡Tienes razón en lo que dices!
Daría cualquier cosa por saber qué era, de lo mucho que dije esos días a tu lado, en conversaciones con compañeras y compañeros de espera, para guardarlo como como oro en paño.
Reí nerviosa, y comenté que te parecías a los borrachos, cuando se repiten en algo.
¡Cómo me gustaría que lo que me fuiste desgranando en ese momento, hubiera quedado gravado en mi memoria!
¡Lo perdí!
La memoria es fugaz.
No pensé que serían tus últimas palabras.
A la mañana siguiente te encontré dormida.
¡Mi bella durmiente!
¡Mi tesoro!
¡Madre!

Clavaste tus uñas y no quedó rastro.

Dijo la enfermera que estabas reactiva.

Enredé en tu cara con caricias y risas.
Sorprendida por cómo te defendías de mí, y no queriendo asustarte, te hice caricias y mimos.

Te dejamos tranquila un rato.
Le sugería a la enfermera que esperara.

Cuando regreso, queriendo ver las constantes de ventilación y pulsaciones, te cogimos por sorpresa.

Retuve esa mano con firmeza bajo las sábanas, y abrí los dedos de la otra para que ella pudiera ver el ritmo.

Debió avisarme que ese sería el último hálito de ti.

A las horas, te habías ido.

Pasé mi rostro sobre tu suave piel.

Tu cutis envidia de quienes te vieron en el Tanatorio.

Nunca usaste cremas ni mejunjes.

Tenías una piel de bebé.

Quise seguir paseando por tu cuerpo, pero tropecé con ese maldito saco. En tu caso blanco. Habían subido la cremallera.
Te habían dejado bajo las sábanas para que nos parecieras dormida.
Espejismo.

Tu traje en desuso se estaba enfriando.

Tome una fotografía.

Te he hecho tantas.

Eso me queda.
Eso y mi memoria.

Querías que me fuera contigo, pero te arrepentiste y decidiste callar y marcharte sola.
Aunque dijiste que todo es mentira, y que te estaban envenenando, posiblemente, decidiste que no era mi hora.

Decían que enloquecías por trastorno hospitalario.
Nunca estuviste tan cuerda.
Las medicinas, cuando no permiten seguir son veneno que te aniquilan.

He llegado a pensar que no las quiero para mi final.
Que me dejen ir tal como la naturaleza lo lleve.

No supe atenderte es ello, pero saque la lección para lo que me ha de venir.

Nada es casual.

En mi retorno a mi ciudad de adopción, en la espera de mi hora de salida, un libro vino a mis manos.

Allí estaba el mensaje.

No vale la pena vivir, si no es para sentir y compartir.

Te quiero mamá.

Estos insomnios son necesarios para que mi reconstrucción.

domingo, 11 de marzo de 2012

Te imploré

He enfermado.
Tanto que se me agarrotaron las manos y los pies.
Vaciándome por arriba y por abajo.
Perdí el sentido.
Cuando regresé a mí, te llamé.
¡Madre mía!
Serán virus que se asientan en mi cuerpo, tras esos días sin sentidos abiertos a la vida, sólo a ti.
Te fuiste.
Cada semana revivo esos últimos días.
Es un trago que no consigo pasar.
Te has ido.
Te imploré porque me sentí perdida en un cuerpo que padecía.

sábado, 10 de marzo de 2012

Pajarita de papel

EN MI MEMORIA.

Las pajaritas de papel que le hice a mamá, cuando estaba en el hospital, en las fiestas de San Lorenzo.

Desde entonces se le torcieron los renglones de la vida.

Hemos sabido que fue un desajueste mal tratado por la medicación que le cambiaron.

Ha sido en las fechas de Navidad.

No hemos visto vuelta buena.

Su final ha sido dado por ese proceso de confusión en la medicación.

Quisieron repararlo con hormonas para la tiroides.

Les costó tanto equilibrarla, que en ese exceso de permanencia, casi dos meses, en sala de hospital le aquejó mayor mal.

Una neumonía que impidió dar marcha atrás.

No hacía pie, una vez consiguieron neutralizarla.

Se veía encamada. No tenía autonomía respiratoria.

jueves, 8 de marzo de 2012

8 de marzo

En este ocho de marzo, en que tu ausencia es presencia peremne, madre, quiero recordar todo lo que dejaste, por hacer de nosotros tu proyecto vital.
Sembraste en mí tantas semillas, que alguna había de fructificar.
Nunca renegabas de tu destino.
Nunca quejas de mujer a la que todo se le pide y nada se le agradece.
Nunca pasaste la nómina para que se te abonaran los servicios prestados.
Siempre con tu cálida mano tendida, ayudaste a la familia, y próximos que tuvieran necesidad.

Descansas en paz

lunes, 5 de marzo de 2012

Te fuiste sin más

Arropo el alma en el lecho de tu muerte.
Querrías que todos tus cuidados por mí me tuvieran viva.

No será para siempre.

Fuiste el vientre que me tuvo en camino.
Has sido el ser que más me ha querido en este mundo.

¿Cómo seguir sin poder verte?

¿Cómo?

El Universo es pequeño sin ti.

Inmenso mi pensamiento, que no logra abarcar tu recuerdo.

Sólo puedo tantearte en palabras, para recordarte.

Te has ido, y contigo se ha desmoronado el mundo en que habito.

Todo es mentira. Dijiste.

Lo es.

Nos inventamos.

Pero ahora ha desaparecido la mayor parte de nuestro invento.

Es para siempre.
Eso no me cabe.
No tengo capacidad para comprender que no estás. Aunque lo sé.

Me he desconchado.
He perdido el sentido de mi caminar.

No puedo ir de tu mano.

Una pequeña fotografía de tu vientre abultado con mi promesa, me viene.

Una mirada confiada, en esa fotografía que me saluda cada día.
La que me diste el día que te la hicieron.
Fuimos a renovar el carné de identidad.
Nos hicieron las fotografías más hermosas. Nuestras miradas se encontraban.

Suerte que tuvimos esa oportunidad.

Con ellas enzarzo nuestra memoria de muchos de nuestros momentos.

Empiezo a dejar atrás los días de hospital. De ellos quedarán rastros en mis escritos, aunque no los sepa descifrar.

A mis sueños no vienes.
Es porque te espero en la noche.
Me cuesta dormir.
Pasan las horas hasta que caigo rendida y duermo.
Amanezco y pienso que no te tengo.

No consigo hacerme a la idea.

Es como si pudieras volver.

¡Qué idea!

Aunque tus trabajos y sacrificios fueron muchos, no lamentes tu final.

La muerte tiene esas cosas.
Se aproxima bajo infinidad de maneras.
Nunca sabemos como la afrontaremos.

Es de desear que ese trance se acabe cuanto antes.

Pienso en la mía.
¿Cuándo seré capaz de cerrar el ciclo?
¿Me agarraré con uñas y dientes?
¿Tendré voluntad para actuar?
¿Serán otros los que decidirán?

Hace tiempo que supe que cuando caemos en manos de la sanidad, dejamos de ser dueños de nuestros pasos siguientes.

Necesitar sus cuidados y tratamientos nos deja sin recursos propios.

Depender es algo que llevaste mal.

¿Cómo me sentiré cuando me toque?

¿Tendré esperanza y esperaré salir una vez más?

Sabías que terminabas.
Era difícil serenarte.
Era imposible liberarte.

Suerte que te fuiste antes de quedar atrapada en la tela de araña de la inmobilidad.

Un día dormiste.

Temí que quedaras allí pegada como la mosca.

Coma metabólico dijeron.
Que ventilabas.

El oxígeno fue descendiendo.

Te fuiste sin más.

domingo, 4 de marzo de 2012

Ahora naufrago

Las seis de la tarde, era mi hora marcada.
Allí estabas.
Al otro lado de la línea telefónica.

Yo te llamaba cada día, de diario.
El fin de semana, lo hacía más temprano.

Te recordaba la pastilla que habías de masticar.
La que cada mañana dejo en mi boca hasta deshacerla.

Quería leer en tu tono de voz cómo te encontrabas.
Hablar contigo de lo común y cotidiano.

Añoro ese rito que nos tenía unidas los días de ausencia obligada.

Había dos mundos, ese y el que compartíamos cuando era posible tocarnos.

Ahora ninguno de ellos está en mi mano.

Ahora naufrago.

sábado, 3 de marzo de 2012

libertad

Apuesto por tu libertad, porque con ella alcanzo la mía.

La palabra 'libertad' nos llena la boca de buenas intenciones, pero nunca llegamos a verla desde el mismo punto de vista.
Es posible que deba ir acompañada de 'tolerancia'y 'respeto'.

El pensamiento crítico que debe ser capaz de discernir es la clave para que se avance.

Ayer, viendo los argumentos de un capo de la poli que actuó contra manifestantes del 29F me hizo temblar.
Según él, esperaron a que la manifestación se concentrara en un punto en que pudieran actuar las 'fuerzas del orden' para poderlos controlar.
¡A golpes!
Esa fue la imagen que siguió al discurso.
Apuntaba que tenían localizados a los que iban a todo tipo de eventos de este tipo, para dar 'leña'.

Me pregunté, ¿Porqué inocentes siempre han de ser las víctimas?

La perspectiva sobre el otro no debería perderse nunca.

Si los 'polis', 'soldados', carceleros',... dejaran de obedecer con los ojos vendados el mundo empezaría a andar.

viernes, 2 de marzo de 2012

Un mes



Un mes desde que te fuiste, y parece una eternidad.
Sigo contando contigo, a cada instante.
No estoy en la nube. Ordeno nuestros últimos momentos.
Ya empiezo a adaptarlos a un orden narrativo.
Hoy he hablado de esos momentos.
Teresa me ha llamado y he explicitado cosas que ni siquiera había pensado.
Si no hubiera sido por esa neumonía que te quitó los últimos pulsos de vida, hoy seguirías en casa. Yo te llamaría y me desearía las buenas noches, o estaría llegando a tu lado para pasar el fin de semana contigo.
Siempre creemos que mañana haremos esto o aquello.
Nos parece que es predecible parte de nuestro futuro inmediato.
A algunos se les cruza algo en el camino. Tienen un accidente.
Si te hubieran dado de alta a tiempo. Si esos días no hubieran sido festivos y hubieras tenido continuidad en las personas que se hacían cargo de ti. Si...
Pero ocurrió.
No tenías las defensas a tono.
Ya te costaba quitarte las últimas infecciones.
Tu sistema inmunológico se quedaba a mínimos.
Sacabas agallas de la nada.
No te bastaron.
Soy una huérfana con casi sesenta años.
Hubiera querido tenerte siempre.
Una vez te lo dije.
Me miraste con esa cara de verdad propia de los momentos aparentemente intrascendentes.
Estábamos en la calle.
Tengo en mi memoria ese instante.
Muchos más aflorarán.
¡Mamá!
Nunca tendré tu mirada.
Nunca tu gesto.
Las imágenes que me rodean, de las muchas fotografías que te he ido haciendo, no tienen alma.
Se han vaciado como tu cuerpo que en sepulcro se está descomponiendo.